CARTA DE SHECCID A CARLOS

Viernes, 22 de noviembre.

Dicen que las mujeres sólo lloran
cuando quieren fingir hondos pesares;
los que tan falsa máxima atesoran,
muy torpes deben ser, o muy vulgares.
Si llegara mi llanto hasta la hoja
donde temblando está la mano mía,
para poder decirte mis congojas,
con lágrimas la carta escribiría.
Mas si el llanto es tan claro que no pinta
y hay que usar otra tinta más obscura,
la negra escogeré porque es la tinta
donde más se refleja mi amargura.
Aunque yo soy para soñar esquiva,
sé que para soñar nací despierta.
Me he sentido morir y aún estoy viva;
tengo ansias de vivir y ya estoy muerta.

Son las 4:30 p. m. La tarde fresca se mece afuera, ignorando por completo que existe alguien que la admira...

Cariño mío:
Desde que te amo y, a la vez, desde que sé que puedo dejar este mundo, he recibido con ansia cada mañana, con más ansia que nunca los ocasos, he respirado y vivido con más deseo que nadie los crepúsculos. Estos últimos días, cuando anochecía, salía al jardín y disfrutaba la paz de una vida que tal vez pronto conocería la otra paz... sentía el césped blando bajo mis pies descalzos y gozaba esa última sensación de libertad.
Y te amaba y me gustaba estar sola para pensar en ti y recordar cómo muy poco a poco llegué a quererte: al principio me parecías un chico tonto y desubicado. No podía creer que fueras el maniático sexual de un auto rojo y me reía de ti. Conquistaste mi corazón lentamente, con cada detalle; tu estilo me atrajo, tu personalidad, Carlos, me gustaba aunque me negara a aceptarlo.
Te cuento esto porque en el pasado nunca tuve la oportunidad de contarte nada y en el futuro tal vez tampoco la tenga.
Mi mamá pensó que yo era una chica muy madura y que, como tal, tenía derecho a saber lo de mi padecimiento. Era imprescindible una operación sumamente peligrosa en la cual había enormes riesgos de que perdiera la vida o el juicio. Fue así de sincera conmigo. Aprecio la confianza que me tuvo pero, ¿sabes cuándo me lo dijo? Yo hubiese reaccionado con más serenidad si me da la noticia unos días antes, ¡pero tuvo que ser exactamente la noche de cuando fuimos a comprar aquel libro!, el día en que estaba más locamente enamorada de ti y sentía el amor refulgente que despertaba que despertaba en mí un sinfín de esperanzas y de alegrías. Lloré mucho esa noche y no porque fuera inmadura, sino porque me enfrentaba a la posible pérdida de toda una vida que disfrutaba y amaba, sobre todo ahora que se había visto enormemente enriquecida por ti.
Lloré tanto aquella noche que me desmayé y tuve otro acceso respiratorio, como el de hoy. Mi padre, al enterarse de que mamá me había dicho la verdad, enloqueció de furia. Riñeron. Se insultaron los dos, se gritaron por mi causa. Me asusté tanto que tuve miedo de que se separaran. No le mentí a nadie, Carlos; lo de los problemas entre mis papás era cierto.
Comenzaron a realizarme estudios neurológicos muy complicados. Con frecuencia me dolía la cabeza y me desmayaba. Por eso falté tanto a clases. Me aislé de mis amigas y te rechacé a ti, ¿verdad que me entiendes?, me hundí en el silencio de mis pensamientos tratando de hallar la forma de demostrarte mi inmenso amor sin que te ocasionara sufrimientos después... Te necesitaba, Carlos, por eso cuando me hablabas de tu cariño procuraba no mirarte a la cara, tenia miedo de delatarte con los ojos lo que sentía con tanta intensidad.
Los desacuerdo no terminaron en casa y cada vez se hacía más tirante la relación entre mis padres. Estoy segura de que mucho influyó también el dolor, el desequilibrio emocional surgido de saber que tal vez perderían a su hija. Todo siguió así hasta que un día llegué con una caja de chocolates y un poema “Quiero ser en tu vida” (traté de aparentar frente a ti que no era importante lo que me dabas, me comporté grosera incluso, estaba muy confundida, no sabía cómo tratarte, pero en cuanto te fuiste regresé por mi regalo y mi poema). Esa misma noche, cuando mamá tejía y papá leía el periódico, me eché a sus pies y rompí a llorar abrazando la caja que tú me habías obsequiado, entonces mis padres comprendieron el porqué de mi tristeza. Les hablé de ti. Del enorme amor que me inspirabas. Ellos me ayudaron a decidir que no debía decirte la verdad y a partir de entonces se reconciliaron y comenzaron a ser muy cariñosos conmigo otra vez. Tanto influiste en el pensamiento de mis padres que han decidido gastar todo su capital en un viaje para mí. Si la operación sale bien, realizaremos el viaje en cuanto me den de alta y después me quedaré en una ciudad en la que hay un hospital especializado en problemas como el mío. Si la operación sale mal, perderé la vida o quedaré afectada de mis facultades mentales.
Como vez, las tres opciones te excluyen de mi futuro.
Por eso tengo que despedirme de ti, pero no quiero hacerlo sin antes comentarte una experiencia que me ha ayudado mucho y que tal vez sea lo único que pueda ayudarte si esta carta llega a tus manos. Verás. En los últimos días hemos ido a platicar con un consejero espiritual. Nos ha transmitido una gran paz. Especialmente a mí... He conocido al Hijo de Dios vivo y ha sido una experiencia única. Siempre me hablaron de Él como un ser triunfante y victorioso, pero ahora lo he visto lastimado, torturado injustamente, humillado por amor, y he comprendido que la enfermedad no proviene de Dios, que el dolor pertenece a este mundo y forma parte de la condición imperfecta del hombre. Carlos, por favor, abre tu mente e intenta asimilar esto. Es, de verdad, el mejor regalo que puedo darte antes de partir. Fue para mí un motivo de gran paz el saber que Dios mismo es quien se acerca a mí, que Él es quien me busca y me llama por mi nombre. Los seres humanos somos tan pequeños, limitados e insignificantes que no s resultaría prácticamente imposible llegar a Él con nuestras propias fuerzas, pero cuando entendemos que Él , en su infinita bondad, baja hasta nosotros para tendernos la mano, las cosas cambian. Al aceptarlo abiertamente nos convertimos en sus hijos, en sus herederos. Yo no sabía eso y naturalmente me desmoronaba fácilmente ante la adversidad. Siempre tuve mucha fe, pero en cosas equivocadas. Era como aquella persona que necesitaba cruzar a pie un río congelado y tenía muchísima fe en que el suelo soportaría su peso, pero no sabía que el hielo era delgado y frágil, así que cuando comenzó a caminar se rompió, cayó al agua y se ahogó. Otra persona, río arriba, también necesitaba cruzar, pero a diferencia de la primera tenía mucho miedo, casi nada de fe, apenas la suficiente —como un grano de mostaza— para caminar titubeando, temerosa, por el piso congelado, pero como apoyaba sus pies sobre hielo duro y grueso logró pasar sin problemas. La fe por sí misma no sirve para nada. Lo importante es EN QUIÉN se deposita esa fe. Yo tenía fe en cosas equivocadas: horóscopos, colores, piedras, cristales, amuletos. Por eso estuve vacía interiormente. Hoy el Señor es mi fortaleza y todo ha cambiado, créeme. Me siento con energía para afrontar lo que tenga que pasar. Déjate tocar por Él. Déjate conducir por Él. Un violín Stradivarius será una creación perfecta pero no produce hermosos sonidos por sí solo. Únicamente el verdadero maestro puede hacer que un violín, aun rústico y corriente, emita melodías preciosas.
Carlos, cuando mi cuerpo se haya borrado de la historia, quedarás tú, con tu cuerpo y tu vida. Quiero que hagas de tu vida lago muy grande, que realices tanto tus propios proyectos como los míos. No sabes cómo me duele no poder ser tu amiga más importante, tu compañera de vida, tu ayuda idónea... pero te bendigo en tu caminar hacia la cumbre pidiéndote que te abandones en manos de Dios y exigiéndote con infinito amor que, cuando triunfes, le brindes a Él toda la gloria y la honra...
No quiero llorar, pero tal parece que otra vez empieza a derrotarme la tristeza. Te fui siempre fiel, créeme, te amé sólo a ti; nunca hubiese sido capaz de cruzar una palabra siquiera con alguien como Adolfo en otras condiciones, pero debía hallar la forma de que me olvidaras y vivieras tu vida.
¡Cómo me gustaría tenerte cerca de mí durante la operación!
Dentro de unos minutos me internarán y, de verdad, querría escuchar tu voz, sentirme acariciada por tu mano y despedirme con otro beso tuyo.. Soy tan débil... que he comenzado a llorar de nuevo, pero no por tristeza. De veras. Lloro porque Dios me permitió el gozo de encontrarte antes de partir, por la alegría que me has dado con tu amor, con tus palabras, con tu abrazo, con tu beso... Por la alegría de un gran cariño hacia ti y de la certeza del amor del Señor en nuestras vidas. Te amo con toda el alma, y así, espero que este papel nunca llegue a tus manos, pero si llegara, sería expresamente para agradecerte que me enseñaras a amar, a apreciar el sol de cada mañana, a respirar y a vivir con asía cada alborada, a sentir el césped bajo mis pies descalzos y a gozar de esas últimas sensaciones de libertad.


Tu novia eternamente.
Sheccid

Comentarios

Anónimo dijo…
Hola mi Julito lindo, ya veo que sigues enamorado eee... bueno amiguito yo de ese mal ya pase :D

...

como sea aca tienes a tu pana del alma, que sabes que te quiere millon y deja de sufrir de amor, por algo es AMOR para amar, vivir, sentir y sobretodo ser feliz.

millon besos.
tu amigueta.
tatieb.-*
Pau dijo…
Holas
muchas grax por poner la carta de Sheccid ^^
yo la estaba buscando, pero ya no tengo el libro.

En fin...
cuidate mucho.
Bye ~~
Anónimo dijo…
muy buena solo ke es carlos no pablo
Anónimo dijo…
oye tendras la carta de "ser en mi vida"? es la q le escribe carlos a sheccid la necesito urgentement pasala por fa
Anónimo dijo…
En realidad no tienen idea de cuan ansiosa estaba por leer esta carta...
es completamente expresiva!
Ojala todos los adolescentes actuaran como Carlos...
Anónimo dijo…
hermosa carta a carlos...esta carta me inspira a seguir viviendo,a apreciar lo que tengo en el presente y a amar mas y mas a mi pareja...pero aunque tambien a mi me queda poco tiempo de vida(tengo 16 años,y sufro de leucemia)se que en el eterño paraiso Dios todo poderoso me espera con las puertas abiertas y nunca me va a dejar el sendero sola...
MUCHAS GRACIAS A QUIEN PUBLICO ESTA CARTA...
Anónimo dijo…
este libro me gusta mucho y deverdad puedo decir que no soy una persona q llora con facilidad pero cuando lei la carta de shecid a jose carlos LLORE.
Saben Io soy una persona Fuerte En Todo y No lloro facilmente Pero me Dio Una Tristeza inmensa cuando Jose Carlos Leyo Esa Carta de Sheccid Me Puse A Llorar como un bebe Me Gusto muxho esa Obra me Gustan Todas las Obras de Carlos Cahutemoc es Un Verdadero Genio Tambien me Gusto muxo la ultima parte del Poema estaba Muy Muy XVRE!!!!!
Anónimo dijo…
Una carta con mucha refleccion
Anónimo dijo…
es importantisimo el amor de una mujer a un honbre
Anónimo dijo…
Esta la carta mas linda que leído jamas . Desde la primera ves que leí este libro me encanto..
Unknown dijo…
Amo esa carta en verdad y saludos a todos (a) y mi respeto y admiración a Carlos cuauhtémoc Sánchez porque gracias a ese grandioso libre que escribió le di dirección Ami vida y claro mi hija se llama sheccid
Unknown dijo…
Fue hermoso ese libro mejor dicho todos los libros escritos por ese autor me encantó bello simplemente bello
Anónimo dijo…
NO IMPORTA CUANTAS VECES LEA EL LIBRO, SIEMPRE TERMINO EN LLANTO, ES DE MIS FAVORITOS <3

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